domingo, 8 de septiembre de 2013

Por mucho tiempo

Por mucho tiempo este versículo ha sido el lema puesto a nuestra vista en la pared de nuestra habitación, y también de muchas maneras ha sido escrito en nuestro corazón. No es cosa despreciable ser escogido de Dios. La elección de Dios hace de hombres elegidos, hombres verdaderamente selectos. Es mejor ser predestinado de Dios que elegido de toda la nación. Tan eminente es este privilegio, que cualesquiera que sean las desventajas que lo acompañen, las aceptamos gozosamente, como el judío comió hierbas amargas por causa del Cordero Pascual. Nosotros escogemos el horno, puesto que Dios nos escoge en él.

Somos elegidos como un pueblo afligido, y no como un pueblo próspero, escogidos no en el palacio, sino en el horno. En el horno, la hermosura se desfigura, la forma se destruye, la fuerza se pierde, la gloria se consume, y sin embargo es aquí donde el amor eterno revela sus secretos y declara su elección. Así ha sido en nuestro caso. En tiempo de la prueba más dura, Dios ha hecho clara nuestra vocación y elección y nosotros la hemos hecho firme: entonces hemos escogido al Señor para ser nuestro Dios, y Él ha manifestado que ciertamente somos sus escogidos. Así que, si hoy el horno se enciende siete veces tanto de lo que suele estar, no lo temeremos porque el glorioso Hijo de Dios se paseará con nosotros entre carbones ardientes.

Charles H. Spurgeon.

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