lunes, 29 de abril de 2013

Nuestras palabras causan un impacto duradero, no solo para hacer daño, sino también para lograr un bien.

Proverbios 18:21. “La muerte y la vida están en poder de la lengua”. Una buena palabra lleva alegría a un corazón lleno de ansiedad y depresión. Proverbios 12:25. La congoja en el corazón del hombre lo abate; más la buena palabra lo alegra. Las palabras agradables producen en el alma tanta dulzura como salud física. Proverbios 16:24. Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos.

Dios creo la lengua, y nos advierte con respecto a su poder destructivo: Santiago 3:6,8-10. Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad (…)es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición.

¿Por qué tiene la lengua un poder tan devastador? Porque expresa los pensamientos y los sentimientos del corazón, y nuestro corazón es orgulloso por naturaleza, siempre dispuesto a golpear a los demás. “El hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. (Lucas 6:45).

Nos guste o no nos guste, nuestras palabras representan lo que nosotros somos en realidad. Son la expresión viviente del corazón de la persona, de la misma forma que Jesucristo es la expresión viviente de Dios Padre y se le llama LA PALABRA, EL VERBO. Por consiguiente, si Cristo, el Maestro de bendición habita en nosotros, y su Espíritu dirige nuestros pensamientos y sentimientos, nuestro corazón rebosará con el anhelo y el propósito que tiene el Señor de bendecir, expresados con nuestras propias palabras.
SEAMOS PUEBLO DE BENDICIÓN!

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