miércoles, 29 de mayo de 2013

Hebreos 12:1.

El pecado es la raíz 
De todos nuestros problemas,
Nuestros miedos, culpa, ira y depresión... 
Nos priva de valor espiritual y fortaleza,
Nos roba de habitar y adorar en espíritu y verdad, 


Señor... 
Quiero serte fiel,
" Que el pecado no me asedie más"
Hebreos 12:1.

Tengo que aprender a tener hambre por la santidad y odio a mi pecado. El pecado me contamina y Dios no puede considerar el pecado, no lo puede tolerar. El temor reverente, es la base de mi libertad. Mi pecado debe ser confesado y abandonado.
Debo estar convencido de que Dios me ama a pesar de mi pecado. Dios odia mi pecado con un odio perfecto, al mismo tiempo que Él me ama con infinita compasión. Su amor no se comprometerá con el pecado, pero Él se aferra a su hijo pecador con propósito en mente: recuperarlo...
Tengo que aceptar la ayuda amorosa de mi Padre para resistir y vencer. El pecado es como pulpo con muchos tentáculos tratando de aplastar mi vida. Rara vez todos los tentáculos aflojan su control sobre mí; es un tentáculo a la vez, una pequeña victoria a la vez. Dios me envía al Espíritu Santo con una dirección clara sobre la forma en que debo luchar, correr, dar el próximo golpe. La batalla contra principados y potestades es suya no mía. Yo sólo soy un soldado peleando en su guerra. Dios quiere que yo crea totalmente en Él. Mi parte en esta guerra es creer que Dios me sacará de la batalla en victoria!

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