viernes, 10 de mayo de 2013

Salmos. 139:7.


La clave para mantener un corazón puro es ver a Dios en todas partes.
Cuando adoro, es fácil tener un corazón puro. No quiero decir sólo cuando canto, sino cuando toco el corazón de Dios en adoración. Cuando adoro, me enfoco en el Señor y, mientras miro, me convierto en su reflejo; el problema viene cuando dejo de adorar y miro a la gente, a los acontecimientos y al mundo que me rodea.

Qué rápido pierdo mi sentido de su presencia y poder! Por tanto, debe aprender a ver a Dios dondequiera que mire.

Puedo ver a Dios como algo central en todas las cosas porque “en Él todas las cosas permanecen” Puedo verle en todas las circunstancias, porque es Él el que “obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad”
Yo veo a Cristo como el centro de todos mis logros espirituales, porque “mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención Le veo como central a mi vida, mi movimiento y mi existencia, “porque en Él vivimos, nos movemos y existimos” Puedo ver a Dios por todas partes, porque está por todas partes. “Adónde me iré de tu espíritu, o adónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, si habito en lo más remoto del mar, aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”
Salmos. 139:7.
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario